En los últimos años, la venta y posesión de Viagra, un popular medicamento para la disfunción eréctil y la hipertensión arterial pulmonar, se ha convertido en un tema polémico en Pakistán. A pesar de su uso generalizado, el Viagra no está autorizado en el país, por lo que su distribución es ilegal. Esta postura fue confirmada por el jefe del organismo de control de medicamentos de Pakistán en 2016, que declaró el citrato de sildenafilo (el ingrediente activo de la Viagra) sustancia prohibida.
Los talibanes paquistaníes, una entidad influyente en ciertas partes del país, también han pesado en el asunto. Ya en 2013, el grupo lanzó advertencias a los tenderos de mercados populares, instándoles a dejar de vender píldoras de potencia masculina del tipo Viagra junto con "películas obscenas". Consideraban que la venta de esos artículos era contraria a sus valores morales y culturales.
La sharia, el sistema jurídico religioso que rige la fe islámica, también desempeña un papel importante en la formación de la opinión pública respecto a medicamentos como la Viagra. La interpretación de la sharia puede variar, pero los talibanes paquistaníes y algunos otros grupos religiosos creen que la venta de drogas sexuales, películas vulgares y obscenas va en contra de esta ley.
Un segmento de la sociedad pakistaní alberga un sentimiento antioccidental, que ha sido aprovechado por clérigos y eruditos religiosos para reforzar sus argumentos contra la Viagra. Sostienen que la droga es "no islámica" e incluso "maligna", asociándola con la cultura y los valores occidentales. Este sentimiento, combinado con las creencias religiosas, ha contribuido a la oposición al Viagra.
Aparte de los talibanes, otros clérigos y eruditos religiosos de Pakistán se han manifestado en contra de la Viagra y otros comprimidos para aumentar la resistencia sexual.
Se hacen eco de la opinión de que estas sustancias no son islámicas y promueven valores occidentales, que perciben como contradictorios con sus normas religiosas y culturales.
A pesar de estas prohibiciones, la Viagra y sus alternativas siguen siendo populares en todo Pakistán, incluidas sus regiones noroccidentales. Esta popularidad subraya una necesidad social que ha sido satisfecha ilegalmente debido a la prohibición oficial.
Ante la prohibición de la Viagra, los hakims locales y los médicos herbolarios han desempeñado un papel destacado en la provisión de soluciones alternativas. Estas alternativas incluyen fármacos como el tadalafilo (Cialis), el vardenafilo (Levitra y Staxyn) y el avanafilo (Stendra), que, a diferencia del Viagra, no requieren receta y empiezan a actuar unos 30 minutos después de su ingesta. La demanda de estas alternativas es alta, sobre todo teniendo en cuenta los tabúes sociales de Pakistán, que impiden a muchos buscar tratamiento médico para la disfunción eréctil.
La prohibición de la Viagra tiene consecuencias considerables para la población y el sector sanitario. Obliga a las personas a buscar tratamientos alternativos, algunos de los cuales pueden no haber sido sometidos a pruebas rigurosas o no ser totalmente seguros. Además, la prohibición también limita las opciones de los profesionales sanitarios para tratar eficazmente la disfunción eréctil, lo que supone un reto para el sistema sanitario.